Homilía del 10 de agosto de 2025.
Dios nos ha dado el gran regalo de la libertad y, con ello, la capacidad de decidir nuestro destino eterno. Nos ha hecho capaces de hacernos a nosotros mismos y de decidir nuestra eternidad. Él nos da las gracias necesarias para que alcancemos la plenitud, pero lo que lleguemos a ser va a depender de las decisiones que habremos tomado en el día a día. Somos arquitectos de nuestro destino.