Homilía del domingo 3 de agosto de 2025.
Hoy estas lecturas nos invitan a vivir desando intensamente, los valores eternos, aquellos valores que van preparando la vida de la gloria. Dejar de lado lo caduco, lo que no nos llena, para dedicar nuestros esfuerzos a vivir en plenitud según los valores que ha enseñado y vivido Jesús, el Hijo de Dios. Lo perecedero, lo material, lo dejaremos aquí. Sólo nos llevaremos el amor a nuestros seres queridos, el bien que hayamos hecho, la cordialidad, la misericordia, el perdón… que hayamos vivido. Aquí está la verdadera riqueza eterna.